
La resolución 8K es un estándar de imagen relativamente novedoso y esencialmente definido por su resolución. Su nombre alude a un, ligeramente redondeado, número de píxeles horizontales, que dejan su resolución total en 7.680 x 4.320 puntos. Para que nos hagamos una idea, multiplica por cuatro la resolución del estándar 4K UHD (3.840 x 2.160) y por dieciséis la de los televisores Full HD (1.920 x 1.080).
Dado el incremento de resolución, los televisores 8K permiten mostrar píxeles literalmente invisibles al ojo humano desde una distancia de visión óptima. Allí donde una serie o película podría verse ligeramente difuminada o artificial en una pantalla UHD, un televisor 8K la mostrará con una claridad impresionante. Por este motivo los paneles 8K llegarán en primer lugar a televisores de gran tamaño, que requieren una gran densidad de píxeles para conservar la calidad de imagen.
Dada su enorme definición, los fabricantes promocionan sus futuros televisores 8K como la experiencia más próxima a poder disfrutar de nuestras películas favoritas con la calidad de una fotografía de 33 megapíxeles en movimiento.
Los primeros televisores 8K hacen uso de distintas tecnologías de panel (LCD, LCD QLED y OLED), pero todas ellas tienen algo en común: el uso del nuevo HDMI 2.1. Esta revisión del estándar HDMI es la única capaz de transmitir datos a resolución 8K y 60 fotogramas por segundo con soporte para efectos como HDR dinámico. Y es que transmitir toda esta información visual (además del sonido multicanal y otros datos).
